Hace poco conocí a una mujer que guarda un billete de avion de un vuelo que perdió hace 17 años. Me contó cómo aquella mañana no se despertó por culpa de unas copas de más, la noche anterior. El avión despegó sin ella. Probablemente con alguien ocupando su asiento, alguien ansioso por obtener una plaza de última hora, y que se había apuntado en la lista de espera del aeropuerto. Alguien que se sintió satisfecho, ganador, por haber sido elegido por el azar en el último momento y ocupar una plaza en ese vuelo. Un sentimiento inversamente proporcional a la angustia que sintió aquella mujer cuando se despertó horas más tarde, con resaca, y se percató de que ya no llegaba a una importante reunión de trabajo que tenía muy lejos de allí, en otra ciudad. En aquel momento ella no sabía que jamás podría haber asistido a esa reunión, ni a esa, ni a ninguna. Aquel vuelo acabó estrellándose. No hubo ningún superviviente.
Desde entonces guardaba ese trozo de papel, ese billete de avión, metido en un cajón..siempre en el mismo sitio, era su talismán y lo guardaba con recelo.
Siempre me ha fascinado ese sentimiento supersticioso del que, de una manera u otra, todos hemos sido presos alguna vez. Un sentimiento delirante y mágico que convierte lo abstracto y caótico, los movimientos incontrolables del azar, en algo concreto, ordenado y tangible: un objeto que me da buena suerte, un amuleto que ordena el caos en mi propio beneficio.
Ignorante del futuro, me sinceraba con mi amigo Tiempo, y le contaba todo lo que me sucedía. El por qué de mi tristeza, el por qué de mi sin gana, y mi sentimiento de desdicha.
Un día fui feliz amigo, un día lo tuve todo y hoy me siento tan vacío, cómo explicarlo.
Miro hacia atrás y veo cuánto he vivido, veo lo feliz que he sido sin meditarlo. Cómo el sol lucía en todo su explendor cuando yo salía al exterior, y cómo la luna me mimaba cuando dormía. Aquellos días llenos a rebosar de anécdotas, de historias de riesgo...al ladito justo de la muerte. Saludándola con arlequinescas reverencias, asustándola, haciéndola darse cuenta de que era inalcanzable para ella.
Aquellos días que se convertían en noches y días y noches seguidos sin dormir, me faltaba tiempo para vivir, todo tenía que ser mío. Donde nunca faltaba una risa seguida de carcajadas salvajes sin dueño, velocidad....motores a punto de gripar, policías a punto de trincarnos, accidentes esquivados con la punta del dedo...
En fin, gasté la vida amigo Tiempo.
Y recuerdo que Él me dijo:
No te preocupes Seda, que lo mejor aún está por llegar. Mañana me lo contarás.
Y al día siguiente en el bar de la facultad, tomaba café....y Tú y Yo........cruzamos nuestras miradas. Volviste a florecerme, y retomé lo que era mío, para que conocieras mi mundo y te convirtieras en la Princessa de su núcleo.
A ti, mi niña que me salvaste para que yo te salvara.
http://www.youtube.com/watch?v=hm8JoMhgjRw
